Un gobierno sin timón ni rumbo

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Alberto Fernández siguen sin encontrarle rumbo al país y la nave continua navegando sin timón

Editorial

En esta nave llamada Argentina estamos todos a bordo, el problema es que quien la conduce no tiene plan ni rumbo, ni siquiera le pertenece el timón, el cual se lo prestaron sólo por un rato, o al menos eso es lo que se trasluce cuando uno hace una rápida mirada sobre las decisiones que hoy nos afectan a todos. Las críticas de propios y ajenos se multiplican y en el «Frente de Todos» se tiran los muertos unos a otros.

Sumado a esto, la crisis económica, que hace inviable hasta la compra de 1kg de asado, la falta de empleo, el dólar siempre ahí como un arma a punto de dispararse, y la falta de un proyecto, hacen de esta coalición un rejunte de turcos perdidos en la niebla, que no saben para dónde enfocar la salida. Pero los problemas no son sólo económicos, ahora también se empiezan a sacar los trapitos al sol entre DeVido y Boudou, las chicanas a Alberto por el tema Insfrán, que ya se esta tornando dramático, pero el presidente elige sacar a pasear a Dylan en helicóptero.

La intervención de Formosa es algo que ya no se puede obviar, pero Alberto Fernández decide bancar a sus aliados como sea. Esa actitud, que es la misma que tiene con Cristina, de querer hacerla zafar de las causas en la justicia, aún a costa de dinamitar el mismo sistema judicial, es lo que le está generando al presidente más de un dolor de cabeza. La política de defensa acérrima de los corruptos o los dictadores como Insfrán deja un espacio abierto para que la oposición siga creciendo, y en un año electoral las definiciones o las peleas en las que decida involucrarse el gobierno van a ser claves para el resultado de las mismas.

Ya 2020 terminó con la aprobación de una ley que no es aceptada por la mitad de la población, y que si bien agradó a los propios, no logró sumar más voluntades al proyecto kirchnerista, con lo cual, en la ecuación, si da suma 0 a la larga termina restando. Y es lo que le esta pasando hoy al oficialismo nacional, cada medida que toma es mirada con una lupa por su militancia, y atacada a muerte por la oposición, que busca reposicionarse después de los fracasos continuos del «papá de Dylan».

Cada vez le queda menos tiempo al gobierno para generar expectativas positivas en la población. Octubre está a la vuelta de la esquina y si no se tratan los temas clave que le importan a la sociedad en su conjunto, la derrota del kirchnerismo, además de inevitable va a ser contundente. Y lamentablemente, los coletazos los vamos a padecer todos, porque estamos en el mismo barco, y el iceberg está cada vez más cerca.

Redacción

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