Editorial: La culpa siempre es del otro
Alberto Fernández amenaza al campo con subir las retenciones o establecer cupos de exportación
La inflación no para de crecer. Tanto es así que, al presidente en las redes ya le dicen “Aumento Fernández” en forma de chiste. Y no solo los opositores, sino una buena cantidad de votantes del Frente de Todos están alzando la voz, y haciéndose escuchar por la mala gestión económica de Alberto y su gabinete.
Pero el primer mandatario prefiere tirar la pelota afuera y salir con los tapones de punta a seguir alimentando la grieta contra uno de los sectores económicos más dinámicos de la Argentina: el campo. Ahora, la discusión está centrada en la inflación, como si los precios fueran sólo producto de la especulación de unos cuantos productores, y no una cuestión de vicio de las grandes cadenas, o de las malas decisiones de gobierno.
Alberto trabaja demasiado para el marketing y poco para la gente. La mayor suba de precios no se da sólo a nivel de la producción, sino en la red de distribución y comercialización. Sumado esto a una larga cadena impositiva que va encareciendo cualquier producto y, además, con la incertidumbre de los precios de re stock con que se encuentran las empresas.
Porque hay algo que el presidente parece desconocer, gran parte de los precios de nuestra economía están dolarizados, aunque se paguen en pesos. Por eso, chicanear con aumentar impuestos o poner cupos es otra forma de ideologizar una discusión que, en términos prácticos, el kirchnerismo no está dispuesto a dar.
Gran parte del problema ha sido la sobre emisión de pesos, que nadie quiere y generan inflación por expectativa, la falta de un plan económico, impuestos desmedidos que no sólo desincentivan la inversión, sino que siempre son absorbidos por el consumidor. Y también esta el siempre presente tamaño del estado y el gasto público, que hacen inviable cualquier prospectiva de futuro para una nación, en dónde el 60% de su población es sostenida por el ámbito público.
La táctica de tirar la pelota afuera le está costando el partido al presidente. Su imagen está en el peor momento, y siempre asociada a imágenes negativas para la vida de las personas. El problema es estructural, una dirigencia política que no toma el toro por las astas de los verdaderos problemas, y una coalición política que está enrevesada en luchas intestinas de poder que estamos pagando todos.
La responsabilidad de la inflación no es culpa del campo, que además no exporta directamente sino a través de los grandes acopiadores. La responsabilidad es del gobierno, y no puede pretender que quienes invierten vendan más barato porque a un presidente no le conviene políticamente. En lugar de amenazar, sería más productivo generar herramientas que faciliten la venta local, rebajas de impuestos, un dólar estable, reglas de juego claras, etc., todas cuestiones que hacen que alguien prefiera vender a los argentinos y no querer exportarla toda.
Pero el kirchnerismo no va a hacer nada de eso, es demasiado trabajo. Es más fácil construir enemigos, simplificar la discusión y decir que es culpa de otros. Pero no, tienen delante una sociedad que está cansada de que tiren la pelota afuera, y en un año electoral puede ser la peor de las decisiones.