A PROPÓSITO DEL 24 DE MARZO, DIA NACIONAL DE LA MEMORIA, POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA.
Una nueva conmemoración que moviliza, nos moviliza…….al menos a reflexionar al respecto.
Por Juan Carlos Olea
Este 24 de marzo, dirán que no es por cierto uno más de los 24 de marzo que desde el 2002, durante la presidencia de Duhalde una ley estableció la conmemoración oficial bajo la denominación de «Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia», luego, en 2006, durante la presidencia de Kirchner, otra ley estableció la condición de feriado de la fecha (claro está, que para algunos muchos lo único que les importa es el disfrutar del feriado), en 2017 el presidente Macri dictara un decreto de necesidad y urgencia, estableciendo la movilidad del feriado, medida turística-administrativa que debió ser dejada sin efecto pocos días después debido al rechazo de la oposición y de las organizaciones de derechos humanos.
Decía que no es uno más, ya que en el 2020 obligadamente por la situación de Pandemia y las medidas del Gobierno Nacional, de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), la conmemoración ocurrió claro está, pero desde:
la modalidad de la virtualidad,
modalidad al menos virtuosa (si se quiere),
de congregar desde la pantalla
a cientos de miles a la vez,
lo cual, no es poca cosa.
ANTECEDENTES
En realidad, la conmemoración comenzó a realizarse de manera no oficial, por iniciativa popular, tras el retorno a los carriles institucionales de la Democracia el 10 de diciembre de 1983, mediante la realización de marchas y actos convocados por las organizaciones de derechos humanos y demás sectores sociales, que tenían muy claro que el período infausto de Dictadura Cívico-Militar (eclesiástica también entra dentro de los ingredientes de tan agria y vomitable receta), que fue desde ese fatídico 24 de Marzo de 1976 al 09 de diciembre de 1983, decía, fue un período histórico-político de TERRORISMO DE ESTADO y de ninguna manera, un período de una mera GUERRA SUCIA.
Al respecto, el propio General Martín Balza, quién se desempeñó como jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino entre el 4 de noviembre de 1991 y el 10 de diciembre de 1999, enunció de su propia autoría que la llamada guerrilla o movimientos subversivos,insurgents, habían sido aniquilados antes de iniciado el período de facto referenciado. Vale destacar y clarificar que aniquilación para el Ejército significa: neutralizar el poderío de fuego, de combate del enemigo, es decir, haber ganado la batalla, la guerra si se quiere.
O sea, la interpretación decanta sola a la intelección de las gentes de buena y clara voluntad: NO PUDO HABER HABIDO GUERRA SUCIA ALGUNA A PARTIR DE LA ASUNCIÓN DEL PODER POR PARTE DE LA JUNTA MILITAR. Por si algún lector/ra/re avezado en la lectura minuciosa conceptual, observa que escribí: ASUNCIÓN DEL PODER……….no existe un error (conceptual), es que los diarios así anunciaban la buena nueva, buena nueva que, digámoslo aunque duela y nos compulse al olvido o al vómito, decía, buena nueva que fue legitimada por amplios sectores de la sociedad argentina. Lo tuve que decir, aunque duela y mucho.
Claro está que tal conmemoración es repudio y denuncia. Por ello es dable remontarnos en el tiempo más atrás de ese 10 de diciembre de 1983. Por lo tanto, si de día de la Memoria hablamos, no podemos dejar de referenciar a la Marcha de las Madres de Plaza de Mayo, a las Abuelas de Plaza de Mayo, a Héctor Germán Oesterheld, a Adolfo Pérez Esquivel, y………¡me van a tener que disculpar!, es que sin desmerecer a nadie, yo tengo mi predilección por alguien que inaugurara en Argentina el llamado periodismo de investigación ( de compromiso político), que lo llevara al extremo del paroxismo (en el sentido de exaltación radical de su pasión denunciadora).
Ya lo saben, me refiero al entrañable Rodolfo Walsh, un seguidor de las huellas del jacobino Secretario de la Junta de 1810, Mariano Moreno (al decir de Felipe Pigna, en el Caras y Caretas de marzo de 2017), el Fantasma Walsh, denominación de los agentes de los grupos de tareas que acechaban cual sabuesos a la espera desesperada de su pronta captura, claro está, captura con vida. Pero Rodolfo eligió estratégicamente morir, antes de ello había tirado una bomba atómica si se quiere. Su “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” y su circulación, es una expresión cabal de ese paroxismo. Carta escrita con la connotación de: “…sin esperanza de ser escuchado , con la certeza de ser perseguido». Carta, ya ampliamente difundida y hecha símbolo de periodismo de denuncia, de decir las realidades por su nombre, de manera abierta, confrontativa, sin tapujos, sin eufemismos. Muestra de ello, son las siguientes líneas de esa Carta:
“…El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades”.
En cuanto a la imagen inicial elegida no resultó de una selección caprichosa, hace referencia a los 30.000 desaparecidos que fueron víctimas de esa última dictadura y cuya presencia en la sociedad actual se invoca en cada conmemoración al grito de: «30.000 detenidos-desaparecidos ¡Presentes! ¡Ahora y siempre!». Presencia que también está en la encarnación de sus sueños (como señala la imagen) en las nuevas generaciones.
Materialización de esos sueños en múltiples conquistas y en otras varias muchas luchas sociales de hoy.
Conmemoración,
en la que los de abajo,
hartos de tanta perorata,
tanto de los mismos políticos de siempre,
de justificar lo injustificable,
como de aquellos medios,
mediatizadores de tanta impostura,
todos agoreros de la tan mentada
falsa grieta entre Kirchneristas y opositores Cambiemitas,
decía, que los de abajo,
que no ocupamos asientos en estrados del poder,
que no dictamos clases magistrales
en las altas casas de estudios,
que no portamos Báculos,
sabemos que la verdadera grieta,
grieta que delimita una estructural desigualdad,
es entre ellos y nosotros.
Ellos, que cada cuatro años,
reactualizan el Pacto de Dominación
que se rubricara formalmente en 1853.
Claro está, que necesitamos de necesidad imperiosa, una estructural Reforma Constitucional, que destierre esa estructural desigualdad y enarbole un Nuevo Orden (Constitucional) equitativo, igualitario, tal cual lo soñaron esos 30 mil y tal cual lo soñamos otros 30 mil y otros tantos 30 mil más.
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