Pájaros Volando: un lugar para compartir y sentirse en casa

Compartí

Durante años fue un hostel y con la pandemia se transformó en un bar. Sin embargo, la calidez de sus dueñas y la creatividad en los platos convierten al lugar en toda una experiencia.

La creatividad y el color caracterizan la comida del lugar. Foto: Gentileza.

La inauguración de nuestro segmento #EmprendedoresenPandemia no habla solamente de un negocio, es más bien la historia de una familia. Se trata de Gabriela y Muriel Faure: son madre e hija y desde hace años trabajan en equipo. Oriundas de Rosario, sus aventuras como artesanas encontraron a Merlo como su sitio para sentar bases y emprender.

En su tiempo en la villa han transformado sus quehaceres. Durante años convirtieron su hogar en un hostel, aunque compartir y tener la casa llena fue algo de toda la vida. Sin embargo, con la pandemia su negocio dejó de funcionar. Y lo convirtieron en algo distinto, aunque solo por fuera: mantienen la esencia del hogar y los momentos íntimos. Actualmente, Pájaros Volando es un resto-bar atendido por este dúo de mujeres. Pueden encontrarlo en Juan de Videla 245, o contactarse por sus redes:

  • Instagram: @pajarosvolandomerlo
  • Facebook: Pájaros Volando Bar
  • Teléfono: 3416082103

Tuvimos el agrado de charlar con Muriel, una de sus dueñas. La entrevista se reproduce a continuación:

¿Hace cuanto llegaron a Merlo?

-Empezamos a venir hace unos 7 años: eramos artesanas y al principio hacíamos tejidos en telar, asique íbamos a ferias. Cuando vinimos a Merlo nos gustó y vimos la posibilidad de tener un local de artesanías, para establecernos un poco más y no estar viajando tanto. Yo en ese momento era chiquita, iba a la escuela, y no era lo mejor moverse tanto. Ahí nos vinimos para acá y abrimos nuestro local de tejidos: tuvimos un par de rollos con la dueña y nos tuvimos que mudar.

En ese momento conseguimos la casa en la que estamos ahora: era enorme para nosotras dos, asique al tiempo decidimos poner el hostel.

La entrada de Pájaros Volando, en Juan de Videla 245. Foto: Gentileza.

-Excelente. Por ahí venía mi siguiente pregunta: ¿Cómo surgió la idea de colocar el hostel en Merlo?

Mi vieja es muy joven en su forma de pensar y en sus amistades. Siempre estuvimos rodeadas de amigos, entonces la casa ya parecía un hostel incluso antes de dedicarnos a eso. Todo el mundo entraba por nuestra puerta: había gente a cada rato. Como la casa era muy grande pensamos en alquilar algunas habitaciones. Nunca nos gustó esa idea de la pieza matrimonial, preferíamos algo más orientado a compartir: fogón, guitarreadas y un ambiente más relajado. Mi mamá es artista plástica, y lo convencional no es lo suyo.

-¿Y qué les dejaron esos años entre viajeros? Debe ser lindo tener siempre la casa llena, con guitarreadas.

-Al principio nos costaba mucho desapegarnos de la gente que venía y se quedaba un tiempo con nosotras. Te haces muy amigo y se crean vínculos muy fuertes en poco tiempo: se iba alguien y era un bajón mal. Pero nos sirvió para aprender sobre el desapego, porque así como se va gente llega otra nueva. Hoy en día tenemos amigos de todos lados, de todo el mundo te podría decir, y sabes que contás con ellos aunque no estén acá.

También aprendimos a ir adaptándonos, porque era un trabajo en el que ninguna tenía experiencia y siempre lo manejamos entre las dos. Creo que logramos comunicarnos mejor entre nosotras, porque era un proyecto grande entre dos personas. Encima tenemos nuestro carácter las dos. No siempre fue fácil: los primeros años nos costó mucho. Cuando empezó a funcionar super bien el hostel vino la pandemia, y ahí tuvimos que pensar de nuevo en qué hacer.

-Me diste el pie para una de las preguntas que tenía pensadas. ¿Querés contarme como vivieron esa transformación de su emprendimiento? ¿Cómo fue pasar de tener un hostel a tener un bar?

-El hostel ahora no funciona, tenemos la idea de volver en verano, aunque el bar está funcionando super bien y eso nos hace pensarlo un poco más.

Respecto a la transición de hostel al bar, fue muy difícil. En un principio tuvimos que acomodar todo, sacar todas las cuchetas y los muebles. Ahora tenemos un hostel entero metido en una pieza, y el resto del lugar es un bar. Entrás a esa habitación y no podés ni respirar.

Nosotras hicimos las mesas, pintamos: todo a pulmón. Por suerte hubo gente que nos ayudó, amigos con los que siempre contamos, pero si ya de por sí es complicado hacerse conocer, las restricciones lo hacen más dificil.

Me imagino que si, todo eso atenta contra los negocios. Sobre todo en un bar que funciona más de noche.

-Si más vale. Al principio la idea era más la de un bar de tragos, donde la gente pudiera venir a picar algo. Eso tanto no funcionaba, aunque intentábamos traer músicos y bandas costaba un montón que viniera la gente.

Hace unos años hice un curso de comida vegana y naturista: siempre había tenido la idea de tener un restó. Asique empecé a meterle más por el lado de la cocina vegana. Ahí empezó a moverse mucho más.

Sabor y color. Foto: Gentileza.

-¿Cuáles son sus especialidades?

Hoy en día lo que más se vende son las hamburguesas. Tenemos la hamburguesa Pájaros Volando, que viene con un pan super negro, mayonesa casera, tomate, un medallón de carne relleno de muzzarella y bondiola casera. Es todo muy casero y llamativo visualmente. Algo que nos distingue es que de cada hamburguesa hay una versión vegana.

Tengo mil ideas en la ideas en la cocina: de olores, combinaciones de gustos. Creo que nuestra comida llama mucho la atención por el lado visual y el gusto.

También tenemos la pizza Pajaros Volando, que usa pan negro y tiene 1/4 de pizza de cada una de las variedades populares. Otra novedad es la incorporación de la pizza vegana.

-Genial. Me gustaría saber que considerás lo más valioso de tu trabajo.

-La creatividad y el color, sin dudas.

-Bien. ¿Qué intentan dejarle ustedes a quien va a Pájaros Volando?

-Una experiencia. Quedó la esencia del hostel: siguen las charlas con una ambientación linda, con buena música. El ambiente y el trato son muy cálidos, y tiene que ver con el hecho de que esto era una casa. No es un bar en pleno centro, sino algo mucho más íntimo.

-¿Creés que esa impronta familiar que tenían en el hostel se sigue transmitiendo en el bar?

-Si, nos tratamos como familia con los que vienen.

Una experiencia no convencional. Foto: Gentileza.

Guido Raza

Decidí que lo mío era la Comunicación a los 15 años. Soy alumno de la Facultad de Comunicación en la UNC y me especializo en Comunicación Institucional. Elegí La Voz Puntana como el lugar para informarme e informarlos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *